Pregón 2009

Buenas noches

Autoridades civiles, queridos hermanos y sacerdotes, estimados hermanos/as de la Hermandad de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de las Angustias y hermanos/as cofrades de la "Santa Vera Cruz", queridos amigos y vecinos de Béjar.



Quisiera agradecerles su presencia en este acto por la deferencia personal que supone hacia mí. Agradeciendo especialmente a quienes hayan pensado en mi persona, para ser pregonero de esta Semana Santa de 2009.

Pronunciar este pregón, es para mí recordar con vosotros en una fusión de sentimientos y vivencias tenidas en común, todo lo que significa la Semana Santa para nosotros como comunidad cristiana.



Hace muchos años que llegué a Béjar y os puedo confesar que siempre fui bien acogido y la quiero como a mi propia tierra.
Nadie ama a una ciudad sólo por sus monumentos o por su larga historia... A las ciudades se las ama a través de las personas que las habitan y yo, como salesiano, que fui, sacerdote y párroco de Santa María la Mayor, he tenido la posibilidad de entrar en el corazón de Béjar a través del corazón de muchos bejaranos y bejaranas.




Al contacto con las personas he aprendido yo a gustar de la pasión y las alegrías de cada día, esa pasión real que vive tanta gente en sus sufrimientos, en sus carencias, en sus soledades.
Son tantos los clavos que a veces nos clavan que, a poco que tengamos un espíritu sensible, vemos a muchos cristos caminar por nuestras calles cargando con su cruz derramando la sangre de su flagelación.
Sin embargo es la gente sencilla, el pueblo de Dios lleno de Espíritu Santo quien mejor ha sabido captar el mensaje de que: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto...". 

Como todas las víctimas de la historia, derramaron su sangre para que los demás entremos en lo más profundo de la realidad humana, reconozcamos nuestra debilidad y tratemos de eliminar las raíces que nos impulsan a la maldad hasta el punto de inducir a los seres humanos a cometer tales genocidios. No es lo mismo morir por accidente o enfermedad, que morir asesinado. Mientras en el primer caso la culpabilidad se diluye en unos imponderables que superan todos nuestros controles y respuestas; las víctimas de violencia, en cambio, son víctimas porque ha habido unos culpables que, movidos desde la prepotencia o la alevosía, abusan de la indefensión o de la inocencia de otros seres humanos.




Por eso, la Semana Santa sigue siendo un hecho real que camina por nuestras calles. Jesucristo es el prototipo de todas las víctimas y de todas las inocencias. Al pasar su imagen por nuestras calles, el pueblo entra en el silencio y la reflexión, porque entiende desde sí mismo la realidad sangrante de una historia que no acaba de ser redimida, aunque pueda parecer que ya se ha derramado bastante sangre para que así fuera.
La Pasión de Cristo pasa por la cruz, el tiempo del sufrimiento, brevemente, para salir fortalecido de ella, para culminar en la Resurrección. En la vida. En la alegría.



También he vivido la alegría en las familias.
Vuestra realidad gozosa y comunitaria. Una de las cosas que más agradezco, como sacerdote, es poder estar tan cerca de la vida de tantas personas que me ayudan a aceptar la mía y a ser solidario con la humanidad entera.
A lo largo de la historia, ha habido hechos que nos orientaron para caminar como creyentes; tenemos que agradecer al Concilio de Trento (1545 - 1563) y a la posterior contrarreforma haber dado cauce a unas manifestaciones de fe tan rica y popular como son nuestras procesiones.
Esta devoción popular ha sido y es una escenificación de hechos y creencias, una meditación de los misterios de la Redención a través de la Pasión y Muerte de Jesús.
"Procesionar" es convertir la oración personal en plegaria comunitaria. Recorrer el camino acompañando un "paso", es transformar un sentimiento íntimo en una exposición colectiva por medio del arte, el paso de la emoción a la religiosidad.


Como emblema de esta Semana Santa bejarana, sólo haré referencia, a tres de los grupos escultóricos que entre el Miércoles Santo y el Viernes de la Pasión del Señor ponen imagen a la Pascua de Resurrección.
Citando las crónicas oficiales "Para la historia religiosa de la ciudad de Béjar y su comarca", cabe destacar:






* La procesión del silencio de nuestro padre Jesús Nazareno. Esta talla, conocida coloquialmente por "El Nazareno de las Monjas", en referencia a su procedencia, se cree que perteneció al convento de la Piedad, situado frente a los portales de Pizarro, construido a finales del año 1500 a instancias de Dña. Brianda Sarmiento, segunda esposa del Duque Francisco II de Zúñiga y Sotomayor, es un claro exponente del mecenazgo que ejercieron sobre el arte, favoreciendo con el tiempo el patrimonio de Béjar y su tierra.
La talla y el silencio, suponen un momento introspectivo, siendo objeto de una sincera devoción que se ha mantenido durante siglos.
Emoción contenida, el Nazareno arrastra la Cruz, el sufrimiento que nos pule y nos limpia para a eternidad.






* El segundo paso procesional digno de mención, es la imagen que veneramos hoy como Nuestra Señora de las Angustias.
Pasan a Santa María al desaparecer la conventual de San Francisco en el siglo XVIII.
De autor desconocido, si bien se barajan dos hipótesis.

Una apunta hacia la escuela sevillana y Martínez Montañés, aunque no puede asegurarse que éste sea su autor, ningún documento lo acredita.
Victoria Ponce de León, duquesa de Béjar, dispuso en su testamento que la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad, que ésta tenía en su oratorio, se colocara en el coro del convento de la Piedad de Béjar, según documento fechado en Madrid en 1665.
Dado que en la iglesia de San Agustín de Córdoba, existe un grupo casi idéntico al de Santa María, cuyo autor es efectivamente Martínez Montañés y conociendo la relación familiar que unía al ducado con Andalucía, cabe la posibilidad de que se hiciera el encargo también para Béjar, por la misma época.

La segunda hipótesis, es fruto de un sueño.
María Peña García (conocida por la morala), natural de Candelario era una hilandera de lana, que fue terciaria franciscana y voluntaria en el hospital de pobres de San Gil, compartía sus pocas pertenencias sintiendo auténtica veneración por la Madre de Dios. Alucinaciones de una dolorosa inspirada en el "Stabat Mater" que sentada al pie de la cruz tenía sobre sus rodillas y sostenía en brazos el cuerpo de su hijo muerto. Por la herida abierta del costado de Cristo, se abría un sagrario y como ella cuenta a su confesor la Dolorida Madre le hace una revelación: "aquí está el amor, pon aquí tu corazón".
Y un encargo, "coloca en la iglesia del convento de San Francisco, una imagen mía tal y como aquí me ves".
Y efectivamente, así lo hizo. La obra fue encargada hacer a algún imaginero de la escuela Vallisoletana, liderada por Gregorio Fernández allá por 1750, probablemente a Alejandro Carnicero y a sus discípulos que trabajaban en Salamanca, en esa época.
Por la imagen y el altar, pagó la sierva de Dios, María de Jesús, la suma de catorce mil reales, viviendo para ello en una auténtica miseria, si bien pudo ayudarla su protectora, Antonia Hernández Agero para la que trabajaba, sin embargo, terminó sus días siendo enterrada de "Misericordia" en la conventual de San Francisco, frente al altar de la Dolorosa, el veinte de julio de mil setecientos setenta.
Sea como fuere, devoción de duquesa o devoción de sierva, de mano andaluza o castellana, aún sin saber que ésta imagen es una de las dos Dolorosas mencionadas conservada hasta nuestros días, lo cierto es que su hermosura emociona.

Un redentor muerto, pero con un corazón vivo en su costado: la eucaristía, la común-unión de todos los hermanos en Cristo.
La Hermandad nacida en el año 1991, de cuya fundación fui testigo, procesiona solemnemente los dos pasos desde Santa María por el casco antiguo de la ciudad.


* El tercer grupo escultórico que definimos, sale, en la tarde del Viernes Santo.
La cofradía de La Santa Vera Cruz, cuya fundación hunde sus raíces en la historia bejarana desde los albores del siglo XVI, procesiona "El Calvario", una obra concebida por un hijo natural de la tierra: Francisco González Macías, nacido en 1901, Francisco, hijo de un tejedor culto y una modista, descubre desde la infancia su vocación, contemplando las estatuas de la Escuela Industrial de Béjar.
Destacado estudiante, dibujante, ebanista se inicia en la escultura con un crucifijo que lo acerca a la imaginería, trabaja con soltura la madera, el bronce, el mármol y cualquier tipo de piedra... reconociéndose su valía con varios premios nacionales e internacionales.
Las tres imágenes cuyos rostros y actitudes detienen en el tiempo el último momento de la agonía, representan a Cristo, San Juan y La Magdalena. Esta talla directa, es un alegato a la amistad, a la hermandad entre personas que comparten vida, ideales, una esperanza truncada por la muerte prematura del Maestro, del amigo. La madera, lo manifiesta sutilmente, en sus gestos de dolor, los brazos extendidos hacia la cruz, o recogidos sobre el pecho, la mirada enmarcando perfiles que por cotidianos, nos resultan tan conocidos a los humanos.
Francisco, un hombre de nuestro tiempo, paisano, que pone el acento de su arte en el acompañamiento junto al patíbulo.
El Cristo solo del Calvario, es realmente, el Cristo compartido por la grandeza del sentimiento, el del valor del amigo junto a la Cruz.


Al desaparecer el conventual de San Francisco, la Santa Veracruz de trasladó al Parapeto de la Parroquial de San Juan, desde donde procesiona el viernes el Santo Entierro.

Con la imagen, la fe se transforma en emoción y la emoción en acción; pienso que nada está perdido. 

La historia es un péndulo. Lo más importante es Jesucristo y éste sigue siendo, día a día, proclamado en medio de nosotros. Su palabra poderosa puede hacer en cualquier momento de las piedras, hijos de Abrahán.

¿Cuáles son los elementos que vivimos en la Semana Santa?

La Semana Santa es tradición.

El primer elemento que pregona la identidad de la Semana Santa es la tradición. No puedo, por menos, que utilizar como primer eslabón de la cadena aquello que nos sirve para estar aferrados a las cosas, la raíz que provoca que uno ponga el corazón en lo que considera importante.

La Semana Santa de Béjar ejerce de patrón para aglutinar a sus gentes en torno a una tradición, para conseguir hacernos pueblo, sentirnos como pueblo. Un año más, la Semana Santa, en cuanto tradición, nos reúne a los de aquí y a los de allí para sentir nuestros orígenes, para invitar a vivir conjuntamente la Semana Santa, nuestra Semana Santa.

La Semana Santa es manifestación de Dios.

El mensaje de Jesús en los días previos a su muerte incidía constantemente en el hecho de que la única verdad es amarse. La verdad sin amor pronto se convertiría en espada, en aceite de ricino, en una caricatura de la verdad. Cuando Jesús sale a nuestras calles no nos pregunta hasta donde hemos dado este año "de sí". Cada Semana Santa nos recuerda que nos sigue queriendo, aunque sigamos siendo torpes y rácanos en la fe y en el amor. Confía en nosotros y nos hace ver que nos quiere y nos querrá siempre. Y lo hace con gestos, no sólo con palabras.

La Semana Santa es Muerte y Resurrección.

Pero por suerte, hay luz al final del túnel. Una luz cargada de esperanza que da sentido al VIERNES SANTO, al JUEVES SANTO y al resto de los días. Al menos yo así lo entiendo y en ello baso mis días, y mis noches, en aquel domingo lejano en el que alguien desquebrajó un sepulcro y "levantó en vilo la dignidad humana". En la Vigilia Pascual y en la procesión del resucitado, en el templo o en la calle, celebramos la derrota de la muerte, celebramos que nuestra existencia no es un absurdo llamado a morir, sino un misterio que nos invita a vivir de forma intensa nuestra vida carnal esperando la vida eterna.

Con la cercanía que se siente a una madre, susurro:

A ti Madre de Jesús, del que día a día muere por nosotros, por nuestras miserias, por nuestras debilidades, por nuestro egoísmo; a ti Madre de las Angustias, de los Dolores, de la Soledad, de la Piedad... en cualquiera de tus múltiples acepciones también quiero en estos momentos recurrir, conocedor de tu infinita bondad y la de tu Hijo, para que esta Semana Santa, sean unos días llenos de auténtico espíritu cristiano, que trasciendan mucho más allá las celebraciones y ritos externos que lleguen a lo más profundo de nuestro ser y que hagan que el espíritu y la sensibilidad que en estos días afloran a nuestros corazones se transforme en un auténtico caudal de fe que encauce nuestras vidas y nos hagan participar del auténtico mensaje que tu Hijo nos dio.

En definitiva, a todos los que sentimos y vivimos estos días, os invito y me invito a vivirlos intensamente en todos los aspectos.
Que nuestros ojos se llenen de imágenes maravillosos y también de lágrimas ante la emoción que supone ver hecha realidad una lucha de todo el año.
Que nuestro olfato se invada de aromas de flores, de cera, de incienso, de Semana Santa.

Que nuestra piel se erice ante la emoción de un misterio excelso hecho realidad, transpire por cada uno de sus poros nuestros sentimientos, nuestro amor a lo que estamos viviendo, nuestra fe en Cristo Jesús, preparados para poder vivir la vida de una forma bella.

Que cuando dejemos las imágenes de nuestras cofradías en las parroquias de San Juan y de Santa María, seamos nosotros, con nuestras vidas, auténticas procesiones de Jesucristo vivo y verdadero en esta querida ciudad donde habite la justicia.

Siglo tras siglo, hombres y mujeres de esta tierra han aportado su vida y su obra para mejorar la convivencia ciudadana.

Es verdaderamente un honor terminar este pregón con los sones musicales de un insigne bejarano: José Lidón, interpretados por Caridad Argente.

Vivamos la Semana Santa

MUCHAS GRACIAS.

Béjar 28 de marzo de 2009

Bernabé Marcos
Párroco de Cabezuela del Valle 

Entrega de obsequio a D. Bernabé Marcos por parte del Hermano Mayor de la Hermandad de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de las Angustias de Béjar, D. Luis de Toro



BIBLIOGRAFÍA
*Juan Muñoz García 
Para la historia Religiosa de Béjar y Comarca (Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar, Béjar, 1963)
*José Luís Majada Neila
Historia de Béjar (1209-1868) 2ª Edición, aumentada.